Sabemos que la percepción es el primer paso indispensable y que si nuestra corteza cerebral no estuviera activada no lograríamos aprender, como cuando dormimos y no aprendemos.
Cada ser humano puede tener un nivel de activación adecuada y suficiente para poder aprender. Y cada aprendizaje necesita un nivel diferente de activación cerebral.
El nivel bajo de activación va con el desinterés y la apatía para aprender.
El nivel excesivo de activación se asocia con el miedo y la ansiedad, que tampoco favorecen el aprendizaje.
Por todo esto es más preciso hablar de "desactivación" que usar el término generalizado e impreciso de "desmotivación".
Se necesita valorar lo que se aprenderá, desear aprenderlo, gustar de lo que se aprenderá, sentirse seguro y capaz de aprender. Sólo así puede ocurrir el aprendizaje satisfactoriamente. Esa es la "activación" de la que hablamos.
Contribuyen a una adecuada activación cerebral el interés que el profesor sepa despertar, la propia autoconfianza del alumno, el apoyo con el que se cuenta en el hogar y la escuela.
Perturban la adecuada activación el sentimiento de incapacidad, el mal ambiente en el hogar y la escuela, el desinterés sembrado desde el hogar por el estudio y lo intelectual.
Continuaremos.
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